(El título es una frase de Albert Einstein)
Tienes 4 o 5 años. Eso es lo de menos. Estás en el parque jugando con tus compañeros y compañeras después de la escuela. En un momento te fijas en una persona que pasa por allí. Te llama la atención su pelo. No es fino o como ninguno que tu hayas visto. Tiene como unas trenzas extrañas. (Son rastas, pero esto no lo sabrás hasta de aquí unos años). También te fijas que sostiene algo en los dedos de lo que sale humo. Si tus padres fuman, pensarás que es un cigarrillo (y probablemente aciertes). En caso que no, te sorprenderá más ese objeto cilíndrico del cual sale humo por un extremo. Viste ropa holgada, con colores mezclados. Le miras sin más. Sigues jugando. Estás en tu etapa de observación de tu entorno, todo es nuevo, aún no tienes en tu mente grupos de personas, etiquetas. Como todo lo que ves es nuevo y diferente, esa diferencia es mínima.
Lo mismo ocurre cuando llega una persona de color a tu clase. Y le dices "hola" y no te contesta. Porque no te entiende. Habla otro idioma. Pero tu no lo sabes. Le miras extrañada, pero no con repulsión. "No pasa nada, no tendrá ganas de hablar". O quizá te sonríe, y tú le sonríes. A veces la comunicación no es solo con palabras.
Hasta que un día tus progenitores o educadores te dicen que vayas con cuidado con esa persona de color que acaba de llegar. Seguro que te quiere robar o hacer daño. Hasta que un día tus progenitores o educadores te dicen que no te acerques a esa persona con el pelo diferente y ropa holgada, porque es un drogadicto. "Y los drogadictos son personas malas". Hasta que un día, y otro, y otro, te van llenando la cabeza de miedos que se van traspasando generación tras generación, alimentando y reforzando estos prejuicios.
Juegas con tus amistades a la hora del patio. A papás y a mamás. O practicáis algún deporte. O simplemente corréis persiguiéndoos unas a otras sin sentido. No te importa si es niño o si es niña, son tus amistades, las personas con las que compartíis momentos. Risas, peleas. Enfados que a los dos minutos desaparecen. Bendita infancia!
Y los años van pasando, empiezas a moverte más independientemente en tu entorno. A conocer más gente y más "variedad" de personas. Y durante estos años te han metido prejuicios constantes en tu mente, intentando simplificar la vida para que toda la información que te entre tenga un orden. Si eres niño, tendrás que apuntarte a hacer algún deporte, vestir de azul y llevar el pelo corto. No podrás llorar y tendrás que ser fuerte y duro. Si eres niña te apuntarán a clases de baile y vestirás de rosa, con vestidos, y zapatos de "princesa", para que ya desde pequeña empieces a "verte guapa". Lo peor es que no es para ti, sino para que "te vean guapa". Pasarás horas delante del espejo haciéndote trenzas o peinados diferentes. Tienes que ser fina y delicada, dulce, agradar a los demás con tu sonrisa encantadora.
También aprenderás que no te podrás acercar a los "hippies" porque son drogadictos. Fuman esa cosa que te mata las neuronas... Cómo se llama? Ah, sí, marihuana. Irás por la calle y si ves a alguien de color cruzarás la acera. Si tienes una amiga que le gusta el fútbol o lleva el pelo corto es porque es una "marimacho". o "lesbiana". Si tienes un amigo que le gusta saltar a la cuerda a la hora del patio o bailar, o siempre está rodeado de chicas, es un "maricón" o "afeminado". Todo esto para tu mente es un alivio. Ves a alguien y en seguida le puedes catalogar en una de las tantas etiquetas que hemos creado los humanos mediante prejuicios.
Nos han educado para catalogar, para juzgar (y prejuzgar, que es lo peor). No nos han educado para ver a las personas que nos rodean como lo que son: personas. Es muy difícil. Es más fácil prejuzgar y poner barreras. Agrupar.
Siento lástima por ti. Y por mí. Nos han educado igual, o mejor dicho en el mismo sentido. Pero aunque sé que yo también cometo el error de juzgar, soy consciente y estoy cambiando, cada día más. Te animo a intentarlo!
Quizá aquél al que etiquetas como "hippie - drogadicto" (porque ya va junto para que sea más fácil poner en un saco) es una persona bien intencionada, que no tiene nada de maldad en su interior (quizá sí). Y quizá aquella persona con rastas y ropa holgada ni siquiera fuma marihuana (o sí). Permítete descubrirlo. Permítele descubrirte. Pero tú la ves de lejos y tu mente ya predispone esto: fuma marihuana, como ésta ("droga") mata neuronas, esta persona está mal de la cabeza. Mejor no acercarme. Y si fuma qué? Eso no le llevará a hacerte daño. Cuánta gente "mala" o que hace daño hay en el mundo, catalogadas de "normales"? Esas personas que ves por la calle y ni te fijas en ellas, porque son tan "normales" que pasan desapercibidas. En cambio es aquello "diferente" lo que nos sorprende, lo que nos llama la atención, aquello que NO PASA DESAPERCIBIDO. Por qué? Mi opinión es que es por MIEDO. MIEDO a aquello diferente, a aquello que no encaja con los prejuicios con los que hemos sido educadas.
Quizá aquella persona de color con la que te cruzas en la calle o con la que compartes clase es una persona alegre, inteligente, o una persona con tus mismos intereses y motivaciones, cosa que podría convertiros en amigos inseparables. Lo mismo podría decir sobre personas con discapacidad tanto física como psíquica. "Son diferentes". Diferentes a quién? Todas las personas somos diferentes, únicas y especiales. Y eso es en lo único que somos iguales, en esta diferencia abismal que tenemos respecto a las demás.
Porque no somos una PUTA ETIQUETA; somos PERSONAS, cada una con sus virtudes, sus defectos, sus miedos y sus inseguridades, sus motivaciones, sus gustos, sus pasiones, sus habilidades, su pasado, sus vivencias, su educación, sus prejuicios y su espíritu.
Y creo que deberíamos reflexionar sobre cómo vemos a los demás, no dejarnos llevar por la primera impresión; porque aunque dicen que dice mucho y mucha gente presume del "buen ojo" que tiene sobre la primera impresión, detrás de cada una de nosotras hay un mundo. Y a parte de ese mundo, tenemos que ser libres, sentirnos libres, poder vivir nuestra vida libres, sin pensar ni preocuparnos de cómo vamos a vestirnos o a actuar y pensar para que los demás no nos rechacen. Para sentirnos "socialmente aceptadas".
Ahora sí, vemos a las personas con traje, bien vestidas y peinadas (deducimos que trabajadoras y competentes) que antes de ir a trabajar se meten una raya de cocaína. Y políticos, empresarios y banqueros que se ponen hasta el culo (perdón por la expresión) de droga. Y qué porcentaje de población pilla unas borracheras increíbles cada fin de semana? Y tú y yo estamos en este saco. Y él, y ella, todas las personas de éste mundo. Porque sólo hay un saco, una etiqueta: personas (iguales en su diferencia).
Pero luego las personas drogadictas son los hippies o los mendigos que van con la cerveza por la calle; sucios y desaliñados. Quizá la vida no les ha sonreído tanto como a ti. O quizá prefieren un estilo de vida más austero. Déjalos que vivan su vida. Métete en la tuya, que seguro que poco o nada sabes. Diría: "id con cuidado con las personas trajeadas". Pero no quiero entrar en prejuicios. Lo dejo a vuestro libre albedrío. Vive y deja vivir.
Si te tuvieras que juzgar a ti misma, en qué grupo te pondrías? Quién eres? Lo sabes? Entonces deja de decidir qué y quién es cada persona a la que juzgas sin conocerla de nada, simplemente por su apariencia o actitud.
Tú NO eres normal. Él o ella no son normales. Ni yo. No existe la normalidad. La normalidad se pierde en el momento en que cada una de las personas adjudicamos de "normal" a aquellas personas que son como nosotras. Perdió el sentido, no utilices más esta palabra. Piensa antes de utilizar esta palabra sobreutilizada, el lenguaje es muy rico.
Y recuerda que las personas que puedes conocer son infinitas. Mírala como lo que es: una persona.
Como tú, pero (por suerte) diferente.
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Tienes 4 o 5 años. Eso es lo de menos. Estás en el parque jugando con tus compañeros y compañeras después de la escuela. En un momento te fijas en una persona que pasa por allí. Te llama la atención su pelo. No es fino o como ninguno que tu hayas visto. Tiene como unas trenzas extrañas. (Son rastas, pero esto no lo sabrás hasta de aquí unos años). También te fijas que sostiene algo en los dedos de lo que sale humo. Si tus padres fuman, pensarás que es un cigarrillo (y probablemente aciertes). En caso que no, te sorprenderá más ese objeto cilíndrico del cual sale humo por un extremo. Viste ropa holgada, con colores mezclados. Le miras sin más. Sigues jugando. Estás en tu etapa de observación de tu entorno, todo es nuevo, aún no tienes en tu mente grupos de personas, etiquetas. Como todo lo que ves es nuevo y diferente, esa diferencia es mínima.
Lo mismo ocurre cuando llega una persona de color a tu clase. Y le dices "hola" y no te contesta. Porque no te entiende. Habla otro idioma. Pero tu no lo sabes. Le miras extrañada, pero no con repulsión. "No pasa nada, no tendrá ganas de hablar". O quizá te sonríe, y tú le sonríes. A veces la comunicación no es solo con palabras.
Hasta que un día tus progenitores o educadores te dicen que vayas con cuidado con esa persona de color que acaba de llegar. Seguro que te quiere robar o hacer daño. Hasta que un día tus progenitores o educadores te dicen que no te acerques a esa persona con el pelo diferente y ropa holgada, porque es un drogadicto. "Y los drogadictos son personas malas". Hasta que un día, y otro, y otro, te van llenando la cabeza de miedos que se van traspasando generación tras generación, alimentando y reforzando estos prejuicios.
Juegas con tus amistades a la hora del patio. A papás y a mamás. O practicáis algún deporte. O simplemente corréis persiguiéndoos unas a otras sin sentido. No te importa si es niño o si es niña, son tus amistades, las personas con las que compartíis momentos. Risas, peleas. Enfados que a los dos minutos desaparecen. Bendita infancia!
Y los años van pasando, empiezas a moverte más independientemente en tu entorno. A conocer más gente y más "variedad" de personas. Y durante estos años te han metido prejuicios constantes en tu mente, intentando simplificar la vida para que toda la información que te entre tenga un orden. Si eres niño, tendrás que apuntarte a hacer algún deporte, vestir de azul y llevar el pelo corto. No podrás llorar y tendrás que ser fuerte y duro. Si eres niña te apuntarán a clases de baile y vestirás de rosa, con vestidos, y zapatos de "princesa", para que ya desde pequeña empieces a "verte guapa". Lo peor es que no es para ti, sino para que "te vean guapa". Pasarás horas delante del espejo haciéndote trenzas o peinados diferentes. Tienes que ser fina y delicada, dulce, agradar a los demás con tu sonrisa encantadora.
También aprenderás que no te podrás acercar a los "hippies" porque son drogadictos. Fuman esa cosa que te mata las neuronas... Cómo se llama? Ah, sí, marihuana. Irás por la calle y si ves a alguien de color cruzarás la acera. Si tienes una amiga que le gusta el fútbol o lleva el pelo corto es porque es una "marimacho". o "lesbiana". Si tienes un amigo que le gusta saltar a la cuerda a la hora del patio o bailar, o siempre está rodeado de chicas, es un "maricón" o "afeminado". Todo esto para tu mente es un alivio. Ves a alguien y en seguida le puedes catalogar en una de las tantas etiquetas que hemos creado los humanos mediante prejuicios.
Nos han educado para catalogar, para juzgar (y prejuzgar, que es lo peor). No nos han educado para ver a las personas que nos rodean como lo que son: personas. Es muy difícil. Es más fácil prejuzgar y poner barreras. Agrupar.
Siento lástima por ti. Y por mí. Nos han educado igual, o mejor dicho en el mismo sentido. Pero aunque sé que yo también cometo el error de juzgar, soy consciente y estoy cambiando, cada día más. Te animo a intentarlo!
Quizá aquél al que etiquetas como "hippie - drogadicto" (porque ya va junto para que sea más fácil poner en un saco) es una persona bien intencionada, que no tiene nada de maldad en su interior (quizá sí). Y quizá aquella persona con rastas y ropa holgada ni siquiera fuma marihuana (o sí). Permítete descubrirlo. Permítele descubrirte. Pero tú la ves de lejos y tu mente ya predispone esto: fuma marihuana, como ésta ("droga") mata neuronas, esta persona está mal de la cabeza. Mejor no acercarme. Y si fuma qué? Eso no le llevará a hacerte daño. Cuánta gente "mala" o que hace daño hay en el mundo, catalogadas de "normales"? Esas personas que ves por la calle y ni te fijas en ellas, porque son tan "normales" que pasan desapercibidas. En cambio es aquello "diferente" lo que nos sorprende, lo que nos llama la atención, aquello que NO PASA DESAPERCIBIDO. Por qué? Mi opinión es que es por MIEDO. MIEDO a aquello diferente, a aquello que no encaja con los prejuicios con los que hemos sido educadas.
Quizá aquella persona de color con la que te cruzas en la calle o con la que compartes clase es una persona alegre, inteligente, o una persona con tus mismos intereses y motivaciones, cosa que podría convertiros en amigos inseparables. Lo mismo podría decir sobre personas con discapacidad tanto física como psíquica. "Son diferentes". Diferentes a quién? Todas las personas somos diferentes, únicas y especiales. Y eso es en lo único que somos iguales, en esta diferencia abismal que tenemos respecto a las demás.
Porque no somos una PUTA ETIQUETA; somos PERSONAS, cada una con sus virtudes, sus defectos, sus miedos y sus inseguridades, sus motivaciones, sus gustos, sus pasiones, sus habilidades, su pasado, sus vivencias, su educación, sus prejuicios y su espíritu.
Y creo que deberíamos reflexionar sobre cómo vemos a los demás, no dejarnos llevar por la primera impresión; porque aunque dicen que dice mucho y mucha gente presume del "buen ojo" que tiene sobre la primera impresión, detrás de cada una de nosotras hay un mundo. Y a parte de ese mundo, tenemos que ser libres, sentirnos libres, poder vivir nuestra vida libres, sin pensar ni preocuparnos de cómo vamos a vestirnos o a actuar y pensar para que los demás no nos rechacen. Para sentirnos "socialmente aceptadas".
Ahora sí, vemos a las personas con traje, bien vestidas y peinadas (deducimos que trabajadoras y competentes) que antes de ir a trabajar se meten una raya de cocaína. Y políticos, empresarios y banqueros que se ponen hasta el culo (perdón por la expresión) de droga. Y qué porcentaje de población pilla unas borracheras increíbles cada fin de semana? Y tú y yo estamos en este saco. Y él, y ella, todas las personas de éste mundo. Porque sólo hay un saco, una etiqueta: personas (iguales en su diferencia).
Pero luego las personas drogadictas son los hippies o los mendigos que van con la cerveza por la calle; sucios y desaliñados. Quizá la vida no les ha sonreído tanto como a ti. O quizá prefieren un estilo de vida más austero. Déjalos que vivan su vida. Métete en la tuya, que seguro que poco o nada sabes. Diría: "id con cuidado con las personas trajeadas". Pero no quiero entrar en prejuicios. Lo dejo a vuestro libre albedrío. Vive y deja vivir.
Si te tuvieras que juzgar a ti misma, en qué grupo te pondrías? Quién eres? Lo sabes? Entonces deja de decidir qué y quién es cada persona a la que juzgas sin conocerla de nada, simplemente por su apariencia o actitud.
Tú NO eres normal. Él o ella no son normales. Ni yo. No existe la normalidad. La normalidad se pierde en el momento en que cada una de las personas adjudicamos de "normal" a aquellas personas que son como nosotras. Perdió el sentido, no utilices más esta palabra. Piensa antes de utilizar esta palabra sobreutilizada, el lenguaje es muy rico.
Y recuerda que las personas que puedes conocer son infinitas. Mírala como lo que es: una persona.
Como tú, pero (por suerte) diferente.
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